Descubra la belleza de 10 cuadros de Henri Matisse
Es difícil sobrestimar la contribución de Henri Matisse al patrimonio cultural del siglo XX. Este destacado artista francés creó obras de diversas maneras, y algunas de ellas están justamente evaluadas como algunas de las pinturas más icónicas. Su estilo se caracteriza por colores radiantes y formas atrevidas que se han convertido en sinónimo del arte moderno. Le invitamos a conocer de cerca algunas de sus obras que han cautivado al público de todo el mundo.
Luxe, Calme et Volupté, 1904
Luxe, Calme et Volupté es un sereno paisaje que demuestra la maestría de Matisse con el color y la forma. Un grupo de bañistas disfruta de una idílica vista del campo y junto a él constituye una composición tranquila y armoniosa, con una paleta de colores suaves que confiere a la obra una cualidad onírica. Luxe, Calme et Volupté es un ejemplo de las primeras obras de Matisse tras sus estudios en la Académie Julian y en la École Nationale des Beaux-Arts de París, influidas por el enfoque clásico del arte. De hecho, Matisse comenzó su carrera artística siguiendo la manera de los maestros antiguos, como Giotto, Uccello, Donatello, Bruno.
Esta pintura se realiza mediante la técnica llamada divisionismo, en la que se colocan puntos de pintura separados sobre el lienzo que parecen mezclarse desde la distancia, pero Matisse desarrolló en su lugar su propia manera de poner numerosas rayas cortas de pintura.
Los historiadores del arte consideran que Luxe, Calme et Volupté fue un inicio del fauvismo, con el que Matisse se comprometió con el tiempo. Desde 1985, el cuadro se expone en el Museo de Orsay de París.
Open Window, Collioure / Fenêtre ouverte, Collioure, 1905
Ventana abierta, Collioure fue creado por Matisse durante su periodo fauvista, lo que se hace evidente por los colores que utilizó: óxido y rojo pálido, verde, tonos de azul. El cuadro es en realidad una vista desde la ventana de su apartamento en Collioure, en la costa sur del Mediterráneo francés. En primer plano, podemos ver veleros en el agua pintados en rosa claro, azul y blanco, y algunas plantas caseras en el alféizar de la ventana. El marco rojo óxido de la ventana y las macetas contrastan con los tonos tiernos del rosa, pero la armonía general de la imagen es fascinante. Matisse utiliza estos colores para crear una sensación de luz y una atmósfera apacible en la obra, que tiene una cualidad lírica y poética. A Henri Matisse le encantaba pintar ventanas abiertas y volvía a este tema de vez en cuando, sobre todo cuando vivía en París, Niza y Etretat. Este fabuloso cuadro puede verse en la Galería Nacional de Arte de Washington.